En manos de...

El «equipo en las sombras» de Donald Trump

Es la Fundación Heritage, la usina conservadora más poderosa de EE.UU.

Redacción/ Agencia EFE

La Fundación Heritage es una de las usinas de pensamiento conservador más poderosas e influyentes de Washington. Pide menos Estado, más libre mercado, restringir la inmigración, reducir los impuestos y las regulaciones comerciales, productivas y sociales; y desde la victoria de Donald Trump sus expertos trabajan a contrarreloj para hacerlo realidad. Y lo han logrado.

En los últimos meses, la relación entre la Fundación Heritage y el nuevo presidente ha sido tan íntima y productiva que la prensa estadounidense llegó a bautizar a esa ONG como «el equipo de transición en las sombras» del magnate, una caracterización que pasó casi inadvertida en la vorágine casi diaria de peleas públicas, controversias y exabruptos que protagoniza Trump.

En la fundación, lejos de negarlo o esquivar el tema, asumen el mote con orgullo. «Yo diría que es una definición muy apropiada», aseguró Lee Edwards, un veterano académico de la Heritage de 84 años, en una entrevista con Télam.

Contó que después de las Convenciones Nacionales de mediados de año la fundación llamó a la candidata demócrata Hillary Clinton y a Trump.

«HIllary no contestó. pero Trump sí (…) Nos pusimos en contacto con su equipo de transición y le transmitimos nuestras propuestas en materia de relaciones exteriores, salud, impuestos y políticas sociales. Después de las elecciones descubrimos que muchas de nuestras ideas fueron tomadas en cuenta», recordó.

Le propusieron a Trump que haga una reforma impositiva para «eliminar impuestos a todos» y que derogue la reforma de salud de Obama y la reemplace «con un modelo basado en el libre mercado».

«Sería un sistema muy similar al anterior, pero habría más garantías para que la gente pueda contratar una cobertura, mas incentivos, podrán comprar y comparar precios entre los estados y se prohibirá negar un seguro por enfermedades preexistentes», explicó, sin mencionar que esta última condición fue introducida por la reforma de Obama.

Edwards, un historiador que fue asesor y consultor de los dos grandes referentes modernos de los conservadores en Washington, el ex presidente Ronald Reagan y el fallido candidato presidencial Barry Goldwater, no disimula su alegría por el momento político que vive su país.

«El Partido Republicano no tenía tanto poder desde los años 20. Ganaron la Presidencia, controlan las dos cámaras del Congreso y tienen 31 (de los 50) gobernadores», explicó y agregó que a Trump le tocará nominar un lugar clave en la Corte Suprema «entre varios de los nombres que le propusimos».

Además, destacó, el futuro presidente de Estados Unidos eligió a un gabinete que «parece más conservador que el de Ronald Reagan».

«Son verdaderamente conservadores y, por eso, creemos que pueden empujar al gobierno en una dirección más conservadora», concluyó, tras reconocer que Trump «es más populista que conservador» cuando, por ejemplo, amenaza públicamente a grandes empresas como Ford, General Motors o Toyota con altos aranceles de importación sino trasladan sus inversiones al país.

No es la primera vez que la Heritage se identifica abierta y casi completamente con un gobierno. Como el año pasado la fundación vio el potencial de Trump para recuperar el protagonismo de las ideas conservadoras en Washington, en 1980, a sólo siete años de su creación, entendió que el ascenso de Reagan era la llave de acceso a la Casa Blanca que quería. Décadas después, muchos analistas sostienen que el masivo ajuste, la carrera armamentista espacial con Rusia y el modelo económico en general de los años fue diseñado y pensando dentro de la Heritage.

El compromiso, la simbiosis y la alianza fue total. Uno de los ejemplos que mejor lo demuestra fue que uno de los fundadores de la Heritage, el millonario cervecero Joseph Coors, no sólo ofició de asesor del gobierno de Reagan, sino que, además, compró con 65.000 dólares de su bolsillo un pequeño avión de carga para los contra de Nicaragua, la milicia que Washington apoyó para desestabilizar al gobierno sandinista en los 80s, según el mismo contó al Congreso estadounidense en una investigación posterior.

Hace menos de dos años y medio, cuando aún nadie vinculaba a Trump con la política de Washington y Obama aún tenía medio mandato por delante, la revista The Atlantic, un tradicional medio progresista de EE.UU., publicó la nota»La caída de la Fundación Heritage y la muerte de las ideas republicanas». Analizaba la radicalización de las bases republicanas y el crecimiento de la demagogia entre el liderazgo republicano para captar su apoyo y dirigir su férrea oposición a Obama, un presidente moderado pero que peleó ocho años para reinstalar los debates de ideas en la política estadounidense.

La nota alertó con éxito sobre la crisis y la división interna que se estaban desarrollando en el Partido Republicano y que luego estalló con la primaria presidencial en la primera mitad del 2016.Sin embargo, se apuró al pronosticar la muerte de la ideas republicanas y conservadoras. Detrás de la verborragia tuitera, opacados por los anuncios resonantes y las amenazas de hacer borrón y cuenta nueva, disimulados entre mucha polémica y espectáculo político, los que asumen el poder hoy de la mano de Trump son los conservadores de siempre.

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